Posar o no posar. Retrato o fotoperiodismo de boda.

24 agosto 2012 - Opinión - Comentarios -

De alguna manera, cuando pensamos en posar para una foto, de nuestro subconsciente surgen imágenes como las de nuestros abuelos posando enhiestos en un viejo portafotos, o de algún álbum de boda, con la novia sentada sobre el césped, el vestido extendido, el ramo encima de la cola (dando un “toque artístico”) y el novio agachado a su lado quizá dándole un beso. Y todo así, tan “casual”. (Espero que se aprecie la ironía).

Está claro que al personal no le entusiasma la idea de posar y la verdad es que motivos no faltan para que este concepto no cotice muy alto en la bolsa, así que es lógico que algunos fotógrafos inviertan en otros valores más seguros y populares como el de "captar sólo la realidad", el "fotoperiodismo de boda" o la "fotografía sin poses"...
Desde mi punto de vista el problema es que esta inversión sale muy barata, y raro es el fotógrafo que no tiene acciones en varias compañías "anti-poses". Total, sólo tienes que comprarte un disfraz de "fotoperiodista de boda" o una gran etiqueta de "fotos naturales sin poses".
El inconveniente de colgarte una etiqueta es que te obliga a ser coherente con lo que en ella reza, y el problema disfrazarte es que tienes que actuar y parecer lo que realmente o no eres.
He observado (divertido) el contorsionismo dialéctico que algún militante del "¡Poses no!" ha tenido que argüir para explicar sus fotos evidentemente posadas. Y también he observado (atónito) el descaro con el que fotógrafos que se autodenominan "fotoperiodistas de boda" exponen fotos de parejas con poses o situaciones muy forzadas o artificiales.
Ni que decir tiene que en absoluto estoy en contra de la fotografía sin poses, al contrario, creo que las mejores fotos de una boda son las instantáneas. Pero sí estoy en contra del discurso oportunista y falaz con el que algunos fotógrafos actualmente pretenden identificar su imagen profesional, aunque ello no se corresponda con su estilo real de trabajo. Y, por supuesto, igualmente defiendo la "no criminalización" de la pose, lógicamente siempre que ésta no chirríe en el contexto de naturalidad necesario del reportaje. ¿Cómo si no podríamos hacer un retrato del novio o de la novia si no es contando con su colaboración? ¿O es que los fotógrafos "anti-poses" no hacen algún retrato o fotografía de grupo familiar durante el reportaje? No me lo creo. Y si fuera así, estarían posiblemente incumpliendo con su deber profesional.
Lo malo de colocarse una etiqueta tan simplista es que la tozuda e inexorable realidad te va a dejar, seguro, con el "culo al aire".
En mi trabajo de boda busco constantemente las instantáneas, y la naturalidad en las fotos es absolutamente prioritaria para mí, pero creo que el fotógrafo tiene que garantizarle a la pareja un resultado profesional, y eso es imposible si, por ejemplo, en algún momento en la casa de la novia no puedo dirigirla para hacerle un retrato en el mejor sitio posible y con la mejor luz disponible. Sin embargo, si me coloco la etiqueta de "poses no" no podría hacerle un retrato a la novia porque esto sería posarla y, por tanto, incoherente con los principios por los que proclamo que rijo mi trabajo.
Del mismo modo, si vendo la idea de que "sólo fotografío la realidad, sin poses ni artificios", no podré hacerle a las parejas que me contraten ni una sesión preboda ni de exteriores el mismo día de la boda. El reportaje preboda no es connatural a la boda sino algo artificioso y planificado. Es una suerte de "teatro" que se ha montado para retratar a los novios. El concepto en sí es totalmente contradictorio con la idea de "captar sólo la realidad". Y lo mismo puede decirse de la sesión de exteriores durante la boda; es un paréntesis artificial en el trascurso natural de la boda, en el que los novios van a ser retratados por el fotógrafo. El hecho en sí es incompatible con la idea de registrar lo que sucede sin intervención. Desde el momento en el que hacemos un reportaje de exteriores ya estamos interviniendo.
Yo afirmo que es imposible realizar un reportaje de boda sin posar en algún momento a los novios. No hablo de aquellas poses inhiestas de los abuelos, me refiero a que necesariamente tienes que buscar la colaboración con los novios y dirigirlos, aunque sea mínimamente. Desde el instante en que están con un fotógrafo de algún modo van a posar. Según el estilo del fotógrafo el resultado será más o menos fresco, natural o dinámico. La pareja podrá pasear, correr, saltar, pararse, sentarse, levantarse, cogerse de la mano, soltarse, mirarse, abrazarse, acariciarse, besarse. Podrán mirar o no a cámara. Y podrán hacerlo en el campo, en la playa, en la ciudad, en su trabajo, en unos jardines, en una casa en ruinas, en un establo, en algún monumento, en un museo, en su casa o donde sea. Pero si lo hacen para que un fotógrafo les haga fotos estarán posando, por mucho que el profesional se empeñe en vender su trabajo como fotografía sin poses.
Una cosa es definir un estilo personal de trabajo como tendencia, es decir, como algo a lo que se tiende o se aspira, y otra, bien distinta, es definirse como paradigma de ese estilo. En mi opinión, que un fotógrafo de boda afirme o publicite rotundamente que realiza sus fotografías "sin poses" denota petulancia o ignorancia. O es petulante, desde el momento en que se auto-atribuye sin rubor la capacidad de captar la esencia de cualquier escena en cualquier circunstancia (o sea, lo que ni siquiera ningún fotógrafo de la Magnum se atrevería probablemente a afirmar), o es ignorante, al poner de manifiesto la escasa reflexión que precedió a su afiliación a la moda de los "anti-poses", al comprometerse tan campantemente con un estilo de trabajo realmente complicado de llevar cien por cien a la práctica.
Por todo ello, desde mi punto de vista, creo que antes de colocarnos etiquetas facilonas, que encima nos hacen esclavos de una falacia, deberíamos reflexionar sobre las consecuencias de ello, porque además, y esto es lo más grave de todo, estamos trasladando a nuestros posibles clientes la premisa de una conclusión muy perniciosa para todos los fotógrafos profesionales: ¿Para qué necesito un fotógrafo profesional si mi primo que tiene una cámara muy buena puede hacerme lo mismo y además gratis?
La variedad de circunstancias que suelen concurrir en las bodas, que generalmente se desarrollan en una constante sucesión de situaciones con escasa o adversa iluminación, e invariablemente sin tiempo para la toma de decisiones, convierten a esta actividad profesional, desde mi punto de vista, en una actividad realmente compleja, que requiere experiencia, conocimiento del lenguaje fotográfico, y una formación muy completa en muchos sentidos, tanto técnicos-estéticos como psicológicos, por la asertividad y empatía que el fotógrafo necesita en todo momento para relacionarse con novios, familiares y amigos.
Me encanta el reportaje (tomas fotoperiodísticas) y me encanta el retrato (fotos más o menos posadas), y ambas cosas son imprescindibles y compatibles en un reportaje de boda. Esa variedad de circunstancias han de ser resueltas en cada momento con el estilo y técnica más apropiado, y esa flexibilidad, en mi opinión, es lo que caracteriza a un fotógrafo profesional completo.  

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